El MUNDO
16 abril
2018
Los
fallos más habituales al ponerse a dieta
Teresa Hernández y Luna Caicedo,
miembros de la Unidad de Nutrición del Instituto de Medicina EGR, comentan
cuáles son los problemas más habituales en sus consultas, así como las pautas que
debemos seguir para alcanzar nuestro objetivo. Además, recalcan que lo
importante no es sólo adelgazar sino, sobre todo, conseguir un estilo de vida
saludable.
Según vuestra
opinión, ¿por qué creéis que 8 de cada 10 personas fracasan a la hora de hacer
dieta?
El concepto de “hacer dieta” está asociado con un corto
plazo en el que se pretende corregir todos los fallos en los que se ha
incurrido durante muchos años. Y, como todo en la vida, una corrección de
hábitos requiere de un tiempo de aprendizaje, adaptación e interiorización, no
de un milagro. De hecho, no nos gusta usar este concepto debido a que se asocia
a una situación fisiológica determinada y temporal, cuando en realidad
deberíamos adquirir unos hábitos saludables que nos permitan mantenernos en
buen estado de salud siempre. Es decir, no deberíamos de entender la palabra
“dieta” con esta connotación negativa de restricción en comida y en tiempo,
aunque es un hecho que así es como la utiliza la mayoría.
Un plan nutricional adecuado debe garantizar una pérdida de
peso continuada a largo plazo. Esta pérdida de peso no es necesariamente
rápida, lo que genera impaciencia en quienes lo están realizando y, por tanto,
abandono y fracaso. Sin embargo, el hecho de que esta pérdida de peso sea lenta
pero continuada permite que sea sostenible a largo plazo, ya que favorece una
corrección de hábitos y la consecución de un estilo de vida saludable en el que
se puede seguir disfrutando de las reuniones sociales, celebraciones y fechas
especiales, eventos que por su carácter esporádico no influyen de manera
sustancial en un estilo de vida saludable.
Otro problema frecuente es no marcarse unos objetivos
realistas y óptimos, ya que queremos las cosas aquí y ahora. Esa necesidad de
placer instantáneo, que a veces no conseguimos cuando nos ponemos de manera
reiterada a “dieta”, hace que la abandonemos. Además, debemos de ser
conscientes de que comemos como vivimos, por lo que si no hacemos un cambio en
aquello que nos hace comer de determinada manera sólo estaremos parcheando el
problema y no trabajándolo desde el origen.
Teniendo todo esto
cuenta, ¿de qué manera ayudáis a vuestros pacientes a lograr su propósito?
Desde la Unidad de Nutrición de EGR creemos que es muy
importante ayudar desde la motivación, fijar con el paciente los objetivos,
acompañarlo durante el desarrollo y ayudar a que la persona que se comprometa
con su proceso y consiga lo que quiere, pero a largo plazo. Para ello contamos
con herramientas tan útiles como el coaching
nutricional y un programa de alimentación emocional, donde a partir del
análisis de las emociones, y cómo éstas afectan a su alimentación, podremos
intervenir sobre las mismas y darle herramientas para su autogestión.
La desinformación,
o incluso informaciones erróneas, puede jugar también
malas pasadas a las personas que quieren adelgazar. ¿Cuáles son los falsos
mitos más extendidos en este sentido que deberíamos desterrar?
La alimentación, al ser un tema de gran importancia en
nuestra vida y que genera un elevado interés, permite la aparición de falsos
mitos, especulaciones y teorías sin fundamento científico alguno que las
respalden, pero que inevitablemente andan en boca de todos. Existen
un sinfín de mitos relacionados, pero vamos a aprovechar para aclarar algunos
de ellos:
-
No existe ningún alimento malo. A nivel fisiológico estamos
diseñados para digerir todo tipo de alimentos, pero a lo largo de nuestra vida
algunas personas pueden desarrollar alergias, intolerancias u otras afecciones
que dificulten la asimilación de algunos tipos de alimentos. Por otro lado,
aunque es muy importante la calidad de los alimentos que ingerimos, cuando
hablamos de un alimento “malo”, como un alimento procesado, debemos fijarnos en
la cantidad o frecuencia con la que lo consumimos antes de castigarnos por
haberlo consumido.
-
La fruta después de la comida NO engorda. Ingerirla antes o
después no varía su composición ni el contenido calórico de la misma. Eso sí,
debido a la cantidad de fibra que contiene, si la tomamos antes de las comidas
puede que tengamos una mayor sensación de saciedad y, por tanto, ingiramos
menos cantidad del alimento que sigue a continuación.
-
El pan y los hidratos de carbono en general NO engordan. Los
hidratos de carbono se incluyen dentro de una dieta variada y equilibrada, en
la que deben constituir al menos la mitad de las necesidades calóricas del
individuo, ya que constituyen el combustible principal de nuestro organismo. El
problema es la cantidad y la calidad de los mismos. Es importante aprender a
moderarla, ya que suelen encontrarse de forma simple en los alimentos que nos
resultan adictivos (chucherías, pan, pasta, arroz refinados) y de forma más
compleja en panes, pasta y arroz integrales, estos últimos de mayor calidad y
de absorción más lenta debido a su elevado contenido de fibra.
¿Cuáles serían los
hábitos alimenticios que no deberíamos descuidar para alcanzar nuestro
propósito?
Existen varios tips que nos pueden
ayudar a alcanzar nuestro objetivo dentro de un programa nutricional
determinado y que pueden ser mantenidos a largo plazo:
-
Hacer 5 comidas al día. Esta medida ayuda a evitar los atracones
en las comidas principales y evita la aparición de grandes picos de glucosa en
sangre, que están relacionados con enfermedades crónicas a largo plazo como la
diabetes tipo II.
-
Basar la alimentación en alimentos de origen vegetal y en
alimentos no procesados. Mientras que en los alimentos frescos o naturales se
encuentra la mayor concentración de nutrientes, en los procesados la calidad
nutricional de los mismos se ve mermada, además de contener por lo general
sustancias ajenas al propio alimento que actúan como conservantes, mejoradores
del sabor, entre otros.
-
Tener un horario para las comidas. No hace falta que sea un
horario estricto, pero definir un horario o esquema, nos permitirá planear las
comidas que realizaremos cada día, evitando caer en soluciones fáciles que son
las que constituyen generalmente nuestro “plan B” cuando no tenemos tiempo ni
nada que comer (sándwich de máquina, la primera cosa que encontramos en el bar
para picar, etc.)
Y ya por último,
una vez que hemos adelgazado, ¿cuáles serían las claves para mantenerse en el
peso ideal?
El peso ideal numérico es una ilusión o mera teoría. Debe
ser aquel en el que nos encontremos en un estado de bienestar físico y
emocional, es decir, aquel en el que nos sintamos cómodos y sanos, por lo que
en vez de hablar de peso ideal deberíamos de hablar de peso saludable. Por lo
tanto, lo más importante en este punto es no obsesionarnos con un objetivo
numérico, sino pensar en un objetivo de salud en el que nuestro cuerpo funcione
y evolucione en armonía con la etapa de la vida en la que nos encontremos.
La labor que se realiza en un plan de nutrición es en gran
parte educativa, ya que se pretenden cambiar hábitos que puedan ser mantenidos
a largo plazo, de modo que todo lo aprendido durante la duración del mismo
pueda ser mantenido. Mantener un estilo de vida saludable, en el que se
incluyen todo tipo de alimentos de manera equilibrada, es el objetivo que
debemos perseguir y no una fórmula milagrosa insostenible a largo plazo.